Comentario No. 034
- manuscrito
- transcripcion
- comentario
- manuscrito & transcripcion
Fecha: 1545, abril 24. Valladolid, España
Tema: En una carta-instrucción del Príncipe Felipe de España al juez de residencia (y oidor designado) en la Audiencia de Santo Domingo, el príncipe apoyó la venta de dieciocho negros esclavos de la Corona a la Ciudad y el envío de un destacamento militar a enfrentar a dos grupos de cimarrones que deambulaban por La Española, ambas cosas el año anterior; recomendó la promulgación de ordenanzas que regularan el trato dado a los esclavos por sus amos; y dió el visto bueno a la conversación local sobre la liberación o deportación de los esclavos negros ladinos o criollos debido a su fijación con la obtención de la libertad y su inclinación a incitar a los esclavos bozales a rebelarse en búsqueda de la misma
Fuente: PARES, Portal de Archivos Españoles, Archivo General de Indias, SANTO_DOMINGO,868,L.2-245R – Imagen Núm: 489/766
Según el Príncipe Felipe de España en una carta escrita el 24 de abril de 1545, el juez de residencia y oidor designado enviado a La Española, Alonso Cerrato, había informado a la Corona en otra carta de septiembre de 1544 que había hecho avances en contra-atacar a los cimarrones rebeldes en la colonia en ese momento. Dos escuadrones, “capitanías” o grupos de cimarrones supuestamente actuaban en la isla en esa fecha. Se decía que el gobierno colonial había enviado contra ellas “un capitán con quince hombres” que se enfrentaron con uno de los grupos cimarrones y lograron destruirlo, matando a una parte de los rebeldes, capturando a otros y devolviendo otros “a sus dueños”.
Según el mismo informe, el mencionado escuadrón militar también se enfrentó a otro grupo de cimarrones, supuestamente formado por treinta y siete individuos, veinte de los cuales fueron o muertos o capturados y “de que se hizo justicia”, probablemente ejecutados. Los quince rebeldes restantes todavía estaban siendo perseguidos por el escuadrón de colonos al momento en que Cerrato escribió a la Corona.
En respuesta al informe de Cerrato, Felipe le instruyó que “para que de aquí adelante no se alcen tantos, hareis algunas buenas ordenanzas que os paresciere cerca del tratamiento que sus amos han de hazer a los negros”. Esta observación de parte del rey parece expresar una noción relativamente clara de parte del monarca sobre unos límites en la relación de poder y explotación con la población esclavizada que los amos no debían rebasar.
Por otra parte, esta orden podría ser la explicación de la existencia del fragmento de ordenanzas sobre “buen tratamiento de los negros”, sin fecha ni lugar de emisión, pero obviamente correspondiente a La Española del siglo XVI, también depositado en el Archivo General de Indias y publicado en el siglo XIX en una de las colecciones clásicas de fuentes colonias españolas tempranas y que, hasta donde sabemos, no ha merecido mucha atención de los historiadores. Dichas ordenanzas posiblemente fueron redactadas en meses posteriores a abril de 1545 o incluso en 1546 y podrían haber sido el resultado del intento de Cerrato y otros miembros de la Audiencia de Santo Domingo de cumplir con la orden del príncipe Felipe que se incluyó en la carta que aquí se comenta.
Usando de nuevo el vocablo generalizado “los negros” para referirse a los negros esclavizados, el Príncipe Felipe indicó que Cerrato había informado sobre haber “platicado con algunos vecinos y hombres de experiencia de esa ysla” sobre la conveniencia de que “no se de lugar que haya muchos esclavos ladinos nacidos en la tierra porque esta es una mala nación de gente y muy atrevidos y mal inclinados y que por experiencia se ha visto que todos los que remotinan esos negros y se hacen capitanes de ellos han sido y son ladinos, porque los bozales no tienen esa habilidad y que también se vido esto en lo de Enriquillo, y que ansí paresce que convendría o ahorrarlos, porque ellos no pretenden sino libertad, o echarlos de esa isla.”
Se trata de una caracterización, más de cuatro décadas después de la llegada documentada de población negro-africana a La Española, que, además de testimoniar la existencia de una población negra criolla-nativa en la colonia, contradice nociones historiográficas generalizadoras que han definido a los ladinos como población socialmente integrada, identificada con la cultura del colonizador esclavista, y sumisa. Esto en contraste con la población negra nativa de África inmigrada a la fuerza por vía del tráfico esclavista transatlántico, ajena a la enculturación europea y por tanto más proclive a una rebeldía confrontativa. Igualmente interesante en este documento es la comparación con la rebelión de Enriquillo, quien es visto aquí como un ladino, en este caso de etnia amerindia, incitador de rebelión por parte de otros miembros de la etnia menos enculturados por la sociedad colonizadora.
El Príncipe ordenó a Cerrato discutir más estas ideas “con los regidores y principales de esa tierra” y “con parecer de ellos” decidir “en ello lo que vierdes que conviene”.