Comentario No. 055
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Fecha: 1547, Abril 30. Madrid.
Tema: En carta a la Audiencia de Santo Domingo, la corona española se refirió a lo que se consideraba la conducta de trabajo irregular de los vaqueros o trabajadores de ranchos ganaderos de La Española. Es muy probable que esos vaqueros fuesen negros africanos esclavizados o sus descendientes nacidos en La Española.
Fuente: PARES, Portal de Archivos Españoles—Archivo General de Indias, SANTO_DOMINGO,868,L.2,Fo. 342v.-344v.
Hacia 1547 había tensiones entre los criadores de ganados o rancheros y los dueños de haciendas agrícolas que residían en la ciudad de Santo Domingo en cuanto a la forma en que las tierras rurales más cercanas a la ciudad debían ser asignadas a aquellos que poseían un ganado y aquellos que cultivaban cosechas, respectivamente en la zona que circundaba la ciudad.
Según los documentos, dos regidores de Santo Domingo habían denunciado ante la corona española que los vecinos más ricos de la ciudad estaban monopolizando las tierras más cercanas a la urbe, ubicando allí sus ranchos de ganado y no permitiendo el acceso a los mismos a los residentes más pobres, aunque estos pastos se suponía que eran para un uso común o colectivo. Dicen también estas fuentes que quienes se quejaron argumentaron también que esta marginalización de los colonos más pobres estaba contribuyendo a la despoblación de la isla debido a su partida hacia otros territorios en busca de mejores condiciones. Aparentemente la corona hizo caso a la queja y respondió emitiendo una orden en la que reiteraba que las tierras alrededor de la ciudad eran para uso común y permitiendo a todos los colonos la posibilidad de acceder a ellas, y de llevar sus respectivos ganados a lugares adyacentes entre sí, entendiendo que nadie en particular podría apropiarse de la jurisdicción sobre ninguna de esas tierras.
Otros miembros del cabildo argumentaron lo contrario ante la corona, indicando que la orden anterior permitiendo los pastos comunes alrededor de la ciudad había provocado “grandes inconvenientes”, porque debido a esto los respectivos vaqueros o pastores estaban concentrando los ganados muy cerca unos de otros como una forma de ellos tener la oportunidad de socializar entre sí “para jugar y a hacer otros malos recaudos”. Planteando que los defensores de la proximidad de las tierras de pasto a la ciudad actuaban movidos por “su propio interés”, de modo que gozaran de la ventaja de tener su ganado cerca de donde residían, sus oponentes sugerían que las manadas debían mantenerse a un mínimo de una legua de distancia entre una y otra.
Estos críticos también denunciaron el hecho de que algunos dueños de ganado, al llevar sus animales a una zona periférica a la ciudad habían provocado “gran destrucción” de “muchas” haciendas de yuca o cazabe (de donde procedía el importante cazabe local), “porque en una noche comían las dichas vacas todo el pan que estaba sembrado, cogido y amontonado y lo destruían”. Este hecho a su vez se decía que había provocado un pronunciado aumento en el precio de la yuca, de cuatro reales a dos pesos, incluso dos y medio, por fanega. Esto perjudicaba a todos los residentes locales, y también a aquellos viajeros procedentes de España que paraban en La Española para aprovisionarse de comida en su ruta hacia Nueva España y Nombre de Dios. Esto también estaba despoblando, decían los críticos, las haciendas poseídas por “hombres pobres”, forzándolos a venderlas “con necesidad, de balde a los dueños de las vacas, así que los ricos y señores de ganados gozan las haciendas de los otros y venden como quieren su pan”.
Los que se quejaban rogaron a la corona la vuelta al viejo sistema de modo que “los sitios de vacas como solían, pues todas andaban juntas y gozaban de todas las aguas y pastos, y que se guardasen las haciendas de pan de los vecinos como se solían guardar, y así valdría el pan barato y no se despoblaría esa isla”.
Debido a que se sabe por otras fuentes que la mayoría de los trabajadores encargados de cuidar el ganado en La Española en esta época eran negros africanos o sus descendientes criollos esclavizados o libres, es probable que estos comentarios sobre estos vaqueros que se pondrían a holgazanear, mal comportarse y no atender sus responsabilidades constituya otra evidencia indirecta de la resistencia por parte de los esclavizados en La Española contra los rigores laborales del régimen esclavista mediante el cual sus amos intentaban explotarlos, incluso dentro de la versión de esclavitud mucho menos físicamente coercitiva que parece haber sido la crianza de ganado.