Comentario No. 038
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Fecha: 1575, diciembre 14. Sevilla, España
Tema: Después de servir por más de diez años a dos dueñas en Sevilla, España, una mujer negra joven esclavizada nacida en la ciudad de Santo Domingo recibió de su segunda dueña la libertad y, pocos años después solicitó licencia para regresar a América
Fuente: PARES, Portal de Archivos Españoles--Archivo General de Indias, Contratación 5222, N.4, R.70
De vez en cuando en el imperio español durante el siglo dieciséis, a los esclavos domésticos negros sus amos les concedían la libertad después de un número variable de años de servicio. El proceso de liberar a un sirviente esclavizado se denominaba ahorramiento o manumisión y se consignaba en un documento que funcionaba como un certificado de libertad que la persona anteriormente esclavizada debía tener siempre a mano, en caso de encontrarse con algún individuo socialmente poderoso o funcionario gubernamental que no los conocieran suficientemente, y basados en un prejuicio racializado sobre la esclavitud que tendía a identificar a la gente negra con el estatus de esclavos, expresaría dudas sobre la veracidad del estatus de no esclavos del liberto o la liberta y mostrara alguna inclinación o deseo de tratarlos como eslavos. La Española fue el escenario de algunas de las primeras manumisiones del mundo colonial de las Américas.
El 27 de noviembre de 1568 “doña Bárbara de Arana”, esposa de “don Alonso de Avellaneda” e hija de padres que tenían suficientes medios como para haber vivido en Santo Domingo y entonces regresar a Sevilla, hizo un testamento en esa ciudad en el cual declaraba libres a dos esclavas suyas, “Juana, de color mulata” y “María de Cota, de color negra”, ambas heredadas por Bárbara de su madre María de Arana. Ambas esclavas recibieron su libertad según lo afirmado por Bárbara, “por los buenos servicios que me han hecho”. Cada esclava había sido valorada por Bárbara en 100 ducados. Así mismo ordenó que además de dárseles un certificado de libertad, a cada esclava se le debían dar 20 ducados al tiempo de la muerte de Bárbara.
Años después, cuando Bárbara de Arana murió, le sobrevivió su esposo y este cumplió su deseo expresado en el testamento, otorgando una carta de ahorramiento o certificado de manumisión a favor de María, que se convirtió así en oficialmente libre. Una vez libre, María decidió regresar a las Indias. Para obtener la licencia gubernamental requerida, necesitaba probar que ella era una mujer libre y que no estaba casada y estaba en buenos términos con la iglesia católica. María fue capaz de producir los testigos necesarios que atestiguaron que ella era en verdad la mujer libre que decía ser. Con estas declaraciones María podía obtener la licencia y embarcarse hacia el otro lado del Atlántico.
El 16 de noviembre, 1575 en Sevilla, María de Cota, después de pasar 18 años en la capital administrativa del imperio sirviéndole a una familia española que había regresado a Sevilla desde La Española, solicitó licencia para embarcarse y viajar a las Indias, en esto caso aparentemente al Perú, el principal centro productor de metales preciosos del imperio. Para respaldar su solicitud María presentó los testimonios de personas conocidas que confirmaran su lugar de origen así como su estatus legal de persona libre, y su condición de mujer no casada y sin historia criminal. Hay indicios de que María salió de España hacia Perú aproximadamente un mes después el 14 de diciembre de 1575.
Este documento nos informa, entonces sobre una mujer negra que después de haber estado esclavizada la mayor parte de su vida en la que entonces era la ciudad más vibrante de España decidió que quería intentar vivir en otro sitio, encarando la larga y siempre riesgosa aventura de cruzar dos océanos: cruzar primero el Atlántico en un barco hasta llegar a lo que es hoy Panamá, y desde allí navegar en otro frente a la costa pacífica de Sur América hacia Perú. La elección de su destino final declarado pudo haber tenido diversos motivos, pero uno que no se puede descartar es las posibles expectativas de más oportunidades para su mejora material personal en una región de minería de metales preciosos.
Por otro lado, el identificarse ante las autoridades como una persona nacida en la ciudad colonial de Santo Domingo parece hablarnos de un sentido de identidad relacionado con el lugar del que fue arrancada cuando niña. Y fuera lo que fuera lo ocurrido a María después de diciembre de 1575, el hecho es que otros documentos históricos demuestran que, cuatro años y medio después, María, entonces madre de una niña, se embarcó con esta hacia Santo Domingo.
En cierta manera, la migración forzosa de Santo Domingo a España vivida por María de Cota y otras como ella durante la segunda mitad del siglo dieciséis, y su deseo posterior de regresar a La Española, inevitablemente nos recuerdan similitudes entre su experiencia y época y las dinámicas de migración actuales de la República Dominicana como una nación-estado “emisora” hacia España como una sociedad “receptora”.