Comentario No. 021
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Fecha: 1523, diciembre 27. Pamplona, España.
Tema: Noticias sobre más alzamientos de negros esclavizados en La Española menos de dos años después de la rebelión de 1521
Fuente: PARES, Portal de Archivos Españoles, Archivo General de Indias, PATRONATO,20,N.2,R.2-1-Imagen Núm: 1/4
En esta carta a los miembros de la Audiencia y al tesorero real de La Espñola, el rey Carlos V de España reconoce haber recibido correspondencia de ellos del 12 y el 15 de septiem-bre de ese año informándole de que “demás de los negros que los días pasados se habían alzado del servicio de sus amos, agora nuevamente se han comenzado a alterar otra cuadrilla de ellos”.
Hasta donde sabemos, este documento constituye la primera mención, en una fuente primaria de la época, de actos de resistencia por parte de los negros esclavizados en la Española ocurridos después del alzamiento de diciembre de 1521 acaecido en la llanura costera central de la isla al oeste de la ciudad de Santo Domingo, que a su vez fue mencionado por primera vez en las ordenanzas sobre negros de enero de 1522 y luego --una década y media después-- en la crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo. (Véase Sección Bibliografía.)
El rey dió el visto bueno a las medidas que las autoridades coloniales de Santo Domingo, según se dice, habían tomado contra los negros rebeldes, e insistió en el peligro general de la situación y en la necesidad de castigar y derrotar “con mucho rigor” el levantamiento, “hasta que con mucho cuidado se allane y pacifique como decis que lo haréis”. En vista de la situación, el rey determinó también permitir a las autoridades de La Española imponer cualquier sisa o impuesto transitorio que consideraran necesario para financiar la respuesta militar a contra los rebeldes.
Carlos V también expresó en su carta gran preocupación por lo que se consideraba un gran número de negros presentes en La Española (“muchos negros en esa dicha isla”) y por el hecho de que, como consecuencia, “podría suceder algún inconveniente porque son muchos más que los españoles que en ellas ay”, añadiendo que esos negros “tienen contra los dichos cristianos mucho atrevimiento y desvergüenza y que podrían alzarse y hacer “algún desconcierto que fuese causa de mucho daño en los cristianos”.
Para prevenir lo anterior el monarca ordenó que “que ningún cristiano que tuviese negros los pueda tener sin que tenga en su casa la tercia parte de los negros que tuviere de cristianos españoles, personas que puedan tomar armas cuando se ofreciere que fuere menester”. Desconocemos si los colonos de La Española, o siquiera algunos de ellos, quisieron o pudieron cumplir con esta última orden, pero hay razones para dudarlo, pues ese tercio de empleados españoles que el rey recomendaba serían personal asalariado y no sabemos si para la mayoría de los colonos era un gasto que pudieran encajar en un manejo no perdidoso de su economía, en la que la empleomanía libre solía ser mínima.
Finalmente, llama la atención el uso de la etnicidad religiosa que hace el monarca en su comunicación cuando reflexiona sobre la tensión social inherente al esclavismo de la sociedad colonial ya entonces, al denominar “cristianos” a los “españoles” mientras que para definir a la población esclavizada, identificada con el peligro de la rebelión, usaba simplemente el término racial de “negros”. Cabe preguntarse hasta qué punto la no-identificación religiosa de los esclavizados funcionaba aquí como un mecanismo ideológico de deshumanización, distanciamiento y justificación del sometimiento.
Tema: Noticias sobre más alzamientos de negros esclavizados en La Española menos de dos años después de la rebelión de 1521
Fuente: PARES, Portal de Archivos Españoles, Archivo General de Indias, PATRONATO,20,N.2,R.2-1-Imagen Núm: 1/4
En esta carta a los miembros de la Audiencia y al tesorero real de La Espñola, el rey Carlos V de España reconoce haber recibido correspondencia de ellos del 12 y el 15 de septiem-bre de ese año informándole de que “demás de los negros que los días pasados se habían alzado del servicio de sus amos, agora nuevamente se han comenzado a alterar otra cuadrilla de ellos”.
Hasta donde sabemos, este documento constituye la primera mención, en una fuente primaria de la época, de actos de resistencia por parte de los negros esclavizados en la Española ocurridos después del alzamiento de diciembre de 1521 acaecido en la llanura costera central de la isla al oeste de la ciudad de Santo Domingo, que a su vez fue mencionado por primera vez en las ordenanzas sobre negros de enero de 1522 y luego --una década y media después-- en la crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo. (Véase Sección Bibliografía.)
El rey dió el visto bueno a las medidas que las autoridades coloniales de Santo Domingo, según se dice, habían tomado contra los negros rebeldes, e insistió en el peligro general de la situación y en la necesidad de castigar y derrotar “con mucho rigor” el levantamiento, “hasta que con mucho cuidado se allane y pacifique como decis que lo haréis”. En vista de la situación, el rey determinó también permitir a las autoridades de La Española imponer cualquier sisa o impuesto transitorio que consideraran necesario para financiar la respuesta militar a contra los rebeldes.
Carlos V también expresó en su carta gran preocupación por lo que se consideraba un gran número de negros presentes en La Española (“muchos negros en esa dicha isla”) y por el hecho de que, como consecuencia, “podría suceder algún inconveniente porque son muchos más que los españoles que en ellas ay”, añadiendo que esos negros “tienen contra los dichos cristianos mucho atrevimiento y desvergüenza y que podrían alzarse y hacer “algún desconcierto que fuese causa de mucho daño en los cristianos”.
Para prevenir lo anterior el monarca ordenó que “que ningún cristiano que tuviese negros los pueda tener sin que tenga en su casa la tercia parte de los negros que tuviere de cristianos españoles, personas que puedan tomar armas cuando se ofreciere que fuere menester”. Desconocemos si los colonos de La Española, o siquiera algunos de ellos, quisieron o pudieron cumplir con esta última orden, pero hay razones para dudarlo, pues ese tercio de empleados españoles que el rey recomendaba serían personal asalariado y no sabemos si para la mayoría de los colonos era un gasto que pudieran encajar en un manejo no perdidoso de su economía, en la que la empleomanía libre solía ser mínima.
Finalmente, llama la atención el uso de la etnicidad religiosa que hace el monarca en su comunicación cuando reflexiona sobre la tensión social inherente al esclavismo de la sociedad colonial ya entonces, al denominar “cristianos” a los “españoles” mientras que para definir a la población esclavizada, identificada con el peligro de la rebelión, usaba simplemente el término racial de “negros”. Cabe preguntarse hasta qué punto la no-identificación religiosa de los esclavizados funcionaba aquí como un mecanismo ideológico de deshumanización, distanciamiento y justificación del sometimiento.